Entre las imágenes que tenía en mi cabeza sobre el continente africano antes de iniciar el viaje estaba la sabana llena de leones como en los documentales de la 2, los niños desnudos y la barriga hinchada y la imagen de un baobab.
Esta última podría ser utilizada como símbolo del África negra y no solo por la cantidad de ellos que puedes ver en muchas zonas de Mali, Guinea, Senegal o Gambia, sino por la gran cantidad de usos y de productos que se pueden obtener de uno de estos impresionantes árboles.
Tengo aún en la retina grabada la primera visión de un baobab, mientras conducíamos atravesando Mauritania hacia Mali, un ejemplar no muy grande pero que sin embargo me pareció gigantesco.
Posteriormente y en otras de las zonas que hemos visitado abundaban, sin estar nunca uno demasiado cerca del otro. Parece como si antes de empezar a crecer mirasen a su alrededor para asegurarse de que no van a molestar con sus ramas al vecino. Ramas que no suelen ser muy largas, pero debido al diámetro del tronco que puede llegar hasta los 20 metros hace que tengan una envergadura espectacular.
Pero la grandeza de estos árboles no es tan sólo debida a su porte, sino a la cantidad de elementos que aportan a los pobladores de África que han sabido sacarle partido a lo que la naturaleza les sirve en estas zonas.
– Su madera y corteza, para hacer herramientas, casas, y todo tipo de utensilios.
– Su sombra, bajo la que caben casas enteras.
– Sus hojas, que sólo brotan en la estación húmeda y con la que hacen sopa y salsa para mezclar con cereales o arroz.
– Su fruto, al que también se llama ‘calabaza amarga’ o ‘pan de mono’, y en cuyo interior hay una pasta que tiene más vitamina C que las naranjas y más calcio que la leche de vaca. Se utiliza para hacer salsas, sopas y bebidas varias con alto valor nutritivo. Por otro lado se utiliza también como instrumento musical, dejándolo secar de forma que sus semillas en el interior hacen que se conviertan en maracas perfectas que posteriormente decoran exteriormente.
– Su presencia, que impresiona tanto que ha logrado que haya creencias en todos los países africanos sobre la presencia de espíritus en su interior.
Después de haber visto muchos baobabs de cerca y de lejos en estos meses, sigo pensando que es una de las imágenes más claras que quedarán en mi mente por mucho tiempo.