Es habitual ver en las calles de cualquier ciudad o pueblo de Mauritania basura amontonada o dispersa por doquier. Pero el viajero que pasa por este país no puede pasar por alto la cantidad de cabras sueltas que hay en las ciudades, alimentándose de todo lo que encuentran a su paso y felices de encontrar uno de estos montones de basura. He visto a cabras comiéndose cosas tan inverosímiles como cajetillas de tabaco vacías con todo su envoltorio, restos de pescado, subidas en el techo de un coche comiendo trozos de goma e incluso a dos de ellas peleando por comerse una bolsa de plástico vacía de color violeta (doy el detalle del color porque no sé si es relevante…).
Sin embargo hoy me ha llamado la atención otra cabra, no por lo que comía, sino porque se había subido al techo de una casa para hacerlo. Y por supuesto me ha venido a la mente el bar del barrio de La Latina de Madrid que lleva el mismo nombre de este post y las cervezas frescas que allí sirven. Cuando vuelva por La Latina tengo pendiente pasar por allí para saber si el dueño es mauritano o si al menos ha viajado alguna vez por estas tierras.